Una de las innovaciones de los mercados financieros en los últimos años fueron los seguros de default (Credit Default Swaps). El concepto de raíz era más o menos así. Si yo compro un bono americano, que es por definición 100% seguro, cobro un cierto interés anual. Si en cambio compro bonos de empresas, el interés es más alto. La diferencia de intereses debería reflejar la probabilidad de no cobrar.
Sin embargo, la diferencia era mayor de lo que debería ser. Supongamos que históricamente sólo un 1% de los bonos deja de pagar. Si los bonos corporativos AAA pagan en promedio un 2% más que los de gobierno americano, hay una oportunidad de generar una diferencia. Ahí surgió el mercado de los CDS. Una empresa (AIG mayormente) te ofrecía asegurar los bonos, cobrandote un 1.5% anual. Vos ibas, comprabas bonos AAA que te pagaban 2% más que los del gobierno, los asegurabas con AIG, que como todos sabemos es 100% segura, y terminabas con algo 100% seguro que paga 0.5% más que los bonos del tesoro.
Todos felices: yo porque cobré más sin asumir más riesgo, AIG porque ganaba un 1.5% pero pagaba sólo un 1%, y el gobierno americano porque ignoraba que a la larga iba a pagar los platos rotos, y la ignorancia es la base de la felicidad.
El resto de lo que pasó es historia. Aparentemente los mercados sabían más, y por algo los premios eran más alto de lo que parecía que debían ser. Hoy los premios que se pagan por asegurar los bonos son otros.
Pero hay una cosa muy extraña e interesante: existe un mercado de seguros contra default de los bonos del tesoro americano. La prima que se pagaba por ese seguro era ínfima. Al fin y al cabo, asegurar contra un default de los EEUU es como asegurar contra el aterrizaje de extraterrestres en el jardín de mi casa. Al fin y al cabo, aunque se funda, EEUU no necesita hacer default, siempre tiene la chance de imprimir más dólares.
Sin embargo, los premios por los seguros de la deuda americana se dispararon en los últimos meses, y están casi en el 1%. O sea, yo compro un bono a 10 años que me rinde un 2.85% anual, pero si quiero estar realmente seguro, tengo que renunciar a un 1% de la tasa. Ahora, la pregunta del siglo es: el día que EEUU deje de pagar, quien va a rescatar a mi aseguradora?
No hay dudas: seguro se murió. Tal vez alguien me quiera asegurar contra su resucitación.
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