El fin de semana una amiga del exterior me definió a Uruguay como País Boutique. Me encantó el término.
Al igual que una boutique, Uruguay es pequeño, no tiene mucha variedad, pero en general lo que hay es bueno. La atención es personalizada en todos los niveles, desde el bar de la esquina hasta el gobierno.
Tal como una boutique, tiene un su clientela fiel. Tiene también sus detractores, que juran nunca más pisarla, pero sobre todo tiene mucha gente que ni siquiera conoce de su existencia.
Además, es caro, y tiene una cierta envidia del tamaño de las grandes superficies, quienes a su vez desearían tener la flexibilidad de una boutique.
Solo nos falta el glamour.