Quería compartir con Uds, (Gracias Pablo!) mi compleja visión de la RSE, a través de un escrito al respecto.
Desde siempre los hombres se han organizado para satisfacer sus necesidades y alcanzar sus fines. Estas formas de organización se fueron complejizando hasta llegar a la figura de la empresa moderna, protagonista indiscutible del modelo actual de desarrollo por su capacidad para transformar riqueza: material, humana y social.
En su evolución, este modelo ha sido fuente de innumerables progresos, pero también ha ido incrementando la franja que divide a los que tendrán oportunidades de los demás, que poco tendrán. A diario vemos en los medios cómo esta situación ha instituido en la sociedad un clima de permanente reclamo y desprecio hacia el sector privado, arraigándose cada día más la idea de que las empresas están dispuestas a “cualquier cosa” en pos de incrementar su beneficio.
Esta lógica netamente utilitarista aún está presente en muchas empresas y genera graves problemas, porque cuando la maximización de ganancias se convierte en el fin rector que guía la toma de decisiones, la ética queda relegada al modo de ser de la economía. Esta inversión de prioridades consolida cada vez más el modelo actual, justificando acciones que atentan contra el bien común bajo la excusa de la urgencia por crear recursos para disminuir las injusticias. Sin embargo, esto es una falacia, ya que como bien ha comprendido el premio Nobel Amartya Sen, “…los valores éticos de los empresarios y los profesionales de un país también son parte de sus recursos productivos”. Si estos valores no existen o no comienzan a incorporarse en el ADN de las organizaciones y, por ende, en los flujos e interacciones de sus miembros, a largo plazo las empresas perderán la capacidad de generar tanto capital económico como capital social.
El desafío es tomar esta realidad como punto de partida para construir un nuevo modelo con un rostro más humano; un ecosistema vivo, articulado y dinámico en el que empresa y sociedad interactúen positivamente.
En los últimos años, las empresas han venido realizando esfuerzos para avanzar en ese sentido, el auge que ha tenido la Responsabilidad Social Empresaria (RSE) da fe de este proceso y tal vez sea hoy la mejor alternativa para buscar ese equilibrio inestable entre los públicos interesados con los que la empresa interactúa.
Mientras madure y dure este proceso de cambio, hacia la búsqueda de nuevas organizaciones de producción y consumo que la humanidad necesita, será importante comenzar a trabajar en la redefinición del concepto de empresa, considerándola como una institución social que tiene su principio y fin en el hombre. La empresa no encuentra hoy mayor sentido que velar por el desarrollo de las personas que involucra, de allí precisamente deviene su responsabilidad.
Este cambio de paradigma nos enfrentará a paradojas terribles, situaciones antagónicas dentro y fuera de la empresa, un posible devenir traumático y contradictorio; pero posiblemente sea un nuevo punto de inflexión, una pequeña grieta, tal vez débil, poética y hasta simulada, que nos permitirá soñar o definir en un futuro no muy lejano un nuevo plano donde gestar modelos diferentes de producción y cooperación.
Una empresa será socialmente responsable cuando sea capaz de compartir la vida y la historia de una sociedad celebrando en cada acción la dignidad humana y respondiendo éticamente a los desafíos de su propio devenir.
Con esfuerzos éticos firmes y sostenidos se generará dentro de la empresa un sistema de resistencia, un antídoto, al mismo modelo que hoy la incluye y del cual ella depende, que creará las condiciones de posibilidad para la aceleración de los procesos de regeneración de nuevas estructuras sociales, más justas y solidarias. No habrá progreso verdadero mientras sigan existiendo brechas entre los hombres, y estas brechas que hoy nos alejan se reducen operando éticamente en el contexto, con trabajo y compromiso, en palabras de Gandhi: “No podremos construir un mundo diferente si nos mantenemos indiferentes.”
Bajo esta óptica la RSE tiene grandes posibilidades de ser la semilla del buscado cambio, sino será solo buenas intenciones, filantropía newage o una nueva jerga de management.
Federico Seineldin
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