Por una vez vamos a dejar de hacer lío y volver a las raíces del blog, y a temas más tranquilos.
Pablo escribió varias veces sobre el tema de los premios a la innovación. La semana pasada escuché en el excelente podcast de Ran Levi (lamentablemente está en hebreo, tenemos que convencerlo de traducirlo) sobre el premio de la longitud (nada que ver con machismo, por las dudas).
La historia es más o menos así: En los siglos XVII y XVIII, no había una manera muy precisa de determinar la posición de un barco. Establecer la latitud era relativamente simple: se medía la altura en el horizonte de la estrella polar, y eso nos decía la latitud. Si la estrella polar estaba 90 grados sobre el horizonte, estas en el polo norte. Si la estrella estaba 80 grados sobre el horizonte, estas en 80 grados de latitud, etc.
Establecer la longitud era mucho más difícil, y fue la causa de grandes dolores de cabeza. La manera más habitual de navegar era ir en dirección norte-sur hasta llegar al paralelo deseado, y luego navegar en dirección este u oeste, hasta toparse con el destino. Había otros métodos, todos muy imprecisos. En el año 1707, la armada británica dirigida por Sir Cloudesley Shovell le erró al cálculo de longitud, en medio de una tormenta. Cuatro grandes barcos se estrellaron con las rocas de las islas Scilly,cuando suponían que estaban como 200 km más al este. Shovell y 2000 tripulantes murieron en una de las peores tragedias de la navegación británica.
Tras esta tragedia, el parlamento inglés lanzó el Premio de la Longitud. Quien pudiera determinar la longitud con una precisión de 56km ganaría £20,000, unos 5 millones de dólares de hoy.
Una manera de establecer la longitud es mediante un cronómetro, y la posición del sol. Si en el punto donde yo estoy es mediodía, y en Greenwich son las 2pm, eso significa que estoy en el meridiano 30 (cada hora equivale a 15 grados de longitud). Hay dos problemas. El primero es saber en qué momento es el mediodía, pero eso más o menos lo podían saber. El segundo era saber que hora es en Greenwich. Eso era mucho más complejo. Los relojes existían y eran bastante precisos. El problema era que los relojes eran de péndulo, y con los movimientos del barco la precisión se perdía.
El ganador del premio, tras 54 años de lanzado, fue John Harrison, quien previo a eso había recibido un subsidio del comité del premio (encabezado por un tal Isaac Newton). El invento de Harrison, tras décadas de experimentos, fue lo que conocemos hoy como reloj de bolsillo.
De modo que debemos a un premio de innovación el diseño de los relojes que se usaban hasta hace unas pocas décadas.
Lo que sí cabe notar es que a Harrison no le fue fácil cobrar el premio. Finalmente tuvo que conformarse con la mitad.
Cloudesley Shovell
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