Ya vimos que puedo usar el bitcoin para pagar a alguien sin intervención de un tercero. También puedo especular con la subida del valor. Eso es todo?
La realidad es esas dos cosas son muchísimo, pero no es todo.
Como dijimos al principio, el protocolo de bitcoin (el blockchain) es un gigantesco registro de transacciones. Ese registro es público y confiable. Hay una serie de aplicaciones que se hacen posibles gracias al blockchain. Voy a detallar algunas.
Proof of Existence (www.proofofexistence.com)
Imaginemos que queremos demostrar que en cierta fecha teníamos acceso a cierta información. Por ejemplo, inventé algo y quiero poder demostrar que hoy ya lo había inventado, pero sin divulgarlo. O escribí un libro, o un software, y quiero poder defender mi copyright. Proof of existence extrae un hash del documento, y lo inserta en el blockchain. En cualquier momento del futuro voy a poder demostrar que ese documento estaba en mis manos en la fecha.
Proof of Existence fue desarrollado por un argentino, Manuel Araoz.
Bitcoins Coloreados (Colored Bitcoins)
Como dijimos antes, bitcoin son dos cosas: un protocolo y una moneda. Muchos de los usos actuales del bitcoin terminan funcionando así: alguien utiliza dólares para comprar bitcoins, se los envía a un comercio, quien los vende y vuelve a convertir en dólares. La moneda virtual termino siendo sólo un vehículo para transmitir dólares, pero en el camino agregó costos de transacción y riesgos. Si vendo algo cuyo precio es de USD 100, voy a dejar un margen, por si en el tiempo que transcurre entre que la transacción se inició y se finalizó (que pueden ser varias horas) el precio del bitcoin bajó.
La idea detrás de los bitcoins coloreados es utilizar el blockchain para transmitir otros valores, por ejemplo dólares. Imaginemos que tomamos 1000 Satoshis (millonesimas de centavos de bitcoin), y los marco con una firma, que dice que yo garantizo que ese Satoshi vale un dólar, y que cambiaré ese Satoshi por un dólar a quien así lo pida. En la medida en que la gente confíe en mí, esos Satoshis pasan a ser «convertibles» en dólares (lectores argentinos, les suena familiar?). Ahí surge un tema muy importante, que no estaba en el bitcoin tradicional: la confianza en el emisor. No es lo mismo un bitcoin coloreado de dólar por mí, que uno coloreado por el Banco República, por J.P. Morgan, o por la Reserva Federal. De todos modos, en la medida en que todos confíen en el emisor, hicimos un sistema de pagos igual al bitcoin, pero sobre otra moneda.
Y si ya vamos a colorear bitcoins, no tiene por qué ser de dólares. Podemos colorearlos de Euros, Yenes, Oro, o hasta acciones de Microsoft. De hecho, cualquier documento al portador puede ser transferido a través de la red. Si son acciones, la empresa pagará dividendos a todo quien posea un bitcoin coloreado, sin necesidad de saber quien es.
Propiedad Intelectual
Otro uso, bastante similar, tiene que ver con la propiedad intelectual. Si vendo el derecho a, por ejemplo, una canción, y quiero que ese derecho sea transferible, lo puedo hacer a través del blockchain. Puedo hacer incluso contratos, utilizando un feature relativamente poco conocido del blockchain, que son los scripts. Puedo especificar que el derecho de uso de una canción se entrega a una persona, pero que dentro de un año revierte a mí.
En resumen, los usos posibles del Bitcoin van mucho más allá de la simple moneda.
El Bitcoin no es la única moneda virtual en circulación, ni la mejor. En el próximo post listaremos algunas otras con sus ventajas y desventajeas.
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