Es hora de que Uruguay tenga un programa de aceptar refugiados. No una payasada mediática para recibir 100 personas, sino un programa serio y de largo plazo. No somos más un país pobre, y es nuestro deber moral aportar nuestro grano de arena. La mayoría de quienes vivimos en este país somos descendientes de refugiados, a quienes esta tierra les dio la oportunidad. Algunos vinieron huyendo del hambre, otros de la guerra, otros perseguidos.
Hoy huyen cientos de miles de personas de Siria, pero lamentablemente nunca escasean los refugiados. Antes fueron los sudaneses, haitianos, filipinos, y tampoco han faltado latinoamericanos. Deberíamos acordar que vamos a recibir una cantidad de personas por año, digamos 300. Si a alguien le parece mucho ese número, tomen en cuenta que Alemania está recibiendo este año el 1% de su población, el equivalente para nosotros sería 34.000!
A mi entender, lo único que debemos darles es una ayuda inicial, después tendrán que lucharla, como cada uno de nosotros, y como cada uno de nuestros antepasados. Debemos darles casa por dos años (no tiene por que ser en Montevideo), subsidio por un tiempo, clases de español y sobre todo de educación cívica: que tengan claro que en Uruguay no se le pega a las mujeres ni a los niños, y que debemos respeto a todos. Lo único que yo les pediría a cambio es el compromiso de respetar las leyes de nuestro país.
Muchos me van a criticar. Dirán que no tenemos trabajo para nuestra gente, que no hay plata, que es gente que viene con culturas diferentes, que son musulmanes, negros o analfabetos. Puede ser, pero me pregunto si habría menos desempleo en Uruguay si no hubieran llegado los italianos hace cien años, si los gallegos que inmigraron eran muy cultos, o si los judíos que vinieron eran tan iguales al resto de la población.
Con una población envejecida, con una generación o más perdida por la crisis/falta de educación/falta de hábitos de trabajo, con una campaña en la cual cada vez menos gente quiere estar, … comparto en que hay espacio para recibirlos, pero bajo coordenadas específicas, no paternalismo.
El gobierno debe de ser ecuánime. La base de la justicia debe de ser tratar a desiguales de forma desigual, pero con objetivos específicos.
No se pude dar ayudas, sin un compromiso de quien la recibe y un seguimiento para dichos objetivos, ya sea idioma, educación, trabajo u otros.
Una plena integración, recién se dará luego de un largo plazo, tal vez recién por los hijos de quienes arriben.
Algunos de estos aspectos no solo aplican a refugiados, sino a ciertos segmentos de nuestros ciudadanos.